Asi sucedio todo

martes, 28 de agosto de 2007

El sábado 18 de agosto estuvimos todo el día en casa de un amigo (Juanjo) celebrando su cumpleaños y luego, por la noche, en la playa en otra fiesta. Desde ese día empecé a notarme extraña. Supongo que tirarme de cabeza a la piscina tampoco ayudó mucho.
El caso es que las contracciones empezaron a ser más rítmicas el domingo, cada hora. El lunes visité al ginecólogo y me dijo que todo estaba a punto de caramelo y que ya había dilatado unos dos centímetros. Como saben, yo nunca quiero parar, así que me fui a dar un paseo. No duró mucho porque las contracciones pasaron a ser más frecuentes. Finalmente, a las doce de la noche, nos fuimos rápidamente al hospital porque ya el dolor empezaba a ser insoportable. Me vieron y en seguida me pasaron al paritorio. Tenía 6 cm y en aumento. Entré en el paritorio a la 1:15 esa madrugada y después de muchos gritos y cuatro empujones nació mi preciosa Valeria a la 1:45.
Nunca olvidaré la cara que tenía cuando la terminé de sacar con mis propias manos de mí. Tenía los ojos tan abiertos y una sonrisa maravillosa. Realmente es la sensación más hermosa que existe en el universo. Aunque no dió tiempo para epidural o analgesia, lo cierto es que el dolor mereció la pena. No me puedo creer que una cosa tan pequeña y bonita saliera de mi cuerpo. Creo que Jose y yo hemos hecho un buen trabajo.
Valeria, a parte de ser preciosa, es muy noble. Apenas llora y duerme mucho. De momento le doy el pecho, pero a veces algún biberón si estoy muy agotada o quiero que se harte para que duerma
más durante la noche. Los primeros días estábamos muy cansados, pero ya conseguimos acostumbrarnos a su pequeña "anarquía" y nos organizamos mejor.

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